lunes, 17 de agosto de 2015

16.De Ushuaia a La Quiaca

De Ushuaia a La Quiaca


 -Eso fue muy divertido  -me asegura Héctor Starc-. Lo que pasa es que la mitad de las cosas que sucedieron no se pueden poner en un libro.
     -¿Por qué? 
     -Porque fue una gira dedicada al vicio. No hubo sexo, pero hubo drogas, alcohol y rock & roll. Esta debe ser una de las pocas giras donde no hubo incursiones femeninas. Porque en todas las giras lo primero que hacen los tipos es buscarse minas. Pero acá no podías perder un minuto porque era mucho más divertido estar entre nosotros que alejarse del asunto, ¿entendés? Además se ve que en esa época, no estábamos más para esas pelotudeces. Antes era peor, pero ya se ve que en esa época... ¿en qué año habrá sido?
     -Hay un antecedente de la gira entre los años ’80 y ’82  -le digo- cuando León comienza a llevar a cabo su idea de tocar en toda la Argentina, presentándose en shows organizados por chicos de quinto año. Pero la “oficial”, digamos, fue en el ’84.
     -Tenés razón, sí: en el ’84 empezó.
     -Decías recién que ya no estaban para ciertas “pelotudeces”. Una característica que observo en los de tu generación es que a los veinticinco años ya habían hecho un montón de cosas. A esa edad ya eran grandes por todo lo que habían vivido y descartado.
     -Lo que pasa es que ahora  -me explica Héctor-  como la vida se extendió se extendió mucho la pelotudez. Hace unos años atrás una hija mía me llevó a ver al noviecito que tocaba la guitarra. “Decile que se mate”, le dije. “Que se compre un taxi”. “¡Ay, papá! ¡Sólo tiene veinticinco años!”. “¿Vos sabés qué edad tenía Spinetta”, le digo, “cuando se desarmó Almendra? Cuando se desarmó, Almendra. ¿Vos sabés qué edad tenía?: veinte años. ¿Sabés qué edad tenía George Harrison cuando se desarmaron Los Beatles?: veinticinco”.
     -¿Y vos, cuando se desarmó Aquelarre?
     -Y, yo ya era un jovato: tenía veintisiete.



Grabando con León cerca de su pueblo natal Cañada Rosquín, Santa Fé. 1985
(Foto Gustavo Gauvry)

-La gira De Ushuaia a La Quiaca viene enganchada con todo lo que era el estudio móvil y las grabaciones en vivo, que fue lo que primero empezó a tener realmente importancia en el proyecto Del Cielito, desde el punto de vista comercial. O sea, Del Cielito empezó a hacerse conocido, en primer término, por las grabaciones en vivo. Porque en ese momento ni las compañías multinacionales ni los grandes sellos que había en la Argentina disponían de un equipo móvil  -me explica Gustavo Gauvry.
     -Ustedes fueron pioneros absolutos.
     -Sí. Se habían hecho algunas grabaciones en vivo en forma aislada, experimental, pero eran muy rudimentarias, se hacían con grabadores de cuatro canales que se desmontaban de algún estudio. No había un lugar al que se pudiera llamar por teléfono y contratar una grabación en vivo para el día siguiente. Eso no existía: lo implementamos nosotros. Entonces: por un lado, nosotros estábamos con el tema de las grabaciones en vivo y ya habíamos grabado a León cuando se presentó con Mercedes Sosa en el Opera (hacía Sólo le pido a Dios ahí, la versión tan conocida de León y Mercedes). Y por otra parte con Pity Iñurigarro, que en ese momento era el mánager de León, habíamos hecho algunas grabaciones para Abraxas, la productora en la que ellos estaban. Así que cuando Santaolalla apareció con esta idea de contratar un estudio móvil, nos llamaron.

      -Entre los años ’80 y ’83  -apunta León- yo hice alrededor de seiscientos y pico de conciertos organizados por los quintos años de los colegios secundarios. La idea era tocar en pequeños pueblitos del interior, en shows organizados por los chicos. Fue durante este período que conocí a un montón de gente, de músicos, algunos de los cuales me traían casetes para que escuchara lo que hacían. Algunos de ellos eran muy buenos, así que empecé a comentar: “Qué bueno sería grabar a toda esta gente del interior”.
     ”Okey, pero qué pasó: en un momento, Celasco, el presidente de mi compañía discográfica, me dice  -chasquea los dedos, indicando apremio-: “Bueno, haceme un disco”. Y yo, viste, no tenía nada, ningún tema compuesto. Entonces pensé que podía empezar a concretar mi idea De Ushuaia a La Quiaca. Así que le dije: “Está bien, voy a empezar a grabar el disco”. Pero no le dije de qué se trataba. Lo único que le expliqué fue: “Tiene que venir gente del interior a Buenos Aires y parar en pequeños hoteles para poder grabar acá”.
     ”Con el primero que experimenté fue con Sixto Palavecino. Lo mandé llamar, se vino, y se internó en el Hotel Mitre, cerca de Music Hall. Empezamos a grabar. Hicimos cuatro canciones y al tercer día de la grabación, Celasco quiere escuchar lo que estamos haciendo. Le mostramos con Sixto y me dice: “¿Y esto qué es, León?”. “Y... esto es el nuevo proyecto mío”. “¿Cómo éste es el nuevo proyecto tuyo? ¡Esto es una basura!” 
     León sonríe al recordar.
     -¿Y vos cómo te sentiste al escuchar algo así?  -pregunto.
     -Yo estaba tomando tanto alcohol, pastillas y cocaína que me dije: “Bueno, por ahí me volví loco”. Le dije a Celasco: “Mire, la verdad es que yo tengo muchas ganas de hacer esto. Ahora... ahora justamente iba a traer a una mujer que se llama... Gerónima Sequeida”.
     Ahora León estalla en una carcajada. En ella está implicado el hecho de que “los seres planetarios” no eran fáciles de digerir para el común de la gente.
     ”El único problema -insiste León frente a un demudado Celasco- es que también quiero traer a una banda que conozco, de Jujuy. Una banda de sikuris, porque en Tilcara, sabe, hay un montón de bandas de sikuris que vinieron de Bolivia.
     -El tipo me mira como diciendo: “¡Y a mí qué mierda me importa!”  -Gus, León, yo, todos lloramos de risa-. Entonces le dije: “Mire, yo ya estoy metido en ésta...”. Celasco me mira otra vez, se queda pensando. “Ya sé”, me dice finalmente. “Ya sé quién me va a ayudar a mí a hacerte entrar en razones”. Y lo llama a Santaolalla. “Lo hago bajar a Gustavo de Los Ángeles”, me dice, “para que te organice”. Así que viene Gustavo y para en el Hotel Bauen. Cuando nos encontramos, me mira así  -León imita una mirada reflexiva, atenta, cautelosa-  y me dice: “¿Qué pasa, loco? Porque me contrataron para enderezarte, ¿qué es lo que está pasando?”. Y yo le digo: “No sé, boludo, empecé a grabar una cosa y el chabón me dice que estoy loco”. “¿Qué grabaste?”. “Y bueno, vení, vamos a escuchar”. Así que vamos al estudio de Music Hall y nos ponemos a escuchar lo que yo había hecho con Sixto. Gustavo me mira y me dice: “¡Esto es genial, loco!”  -León vuelve a reírse a carcajadas-. “Pero no hay que grabarlo acá en Buenos Aires”, me dice, “¡Hay que ir allá donde ellos viven!”. Imaginate: ¡peor todavía!
     -Celasco se quería matar  -interviene Gustavo Gauvry.
     -Claro, entonces Santaolalla, que es muy fuerte  -explica León-, lo terminó convenciendo a Celasco: que no, que se trataba de un trabajo “cultural”, que la Argentina se debía ese trabajo  -la voz de León imitando a Santaolalla se vuelve pausada, metódica, pedagógica- y que teníamos que marcharnos a grabar al interior.

     ”Y bueno, así se fueron dando las cosas: se contrató a la gente del Cielito, a la gente de video, y salimos todos en un micro a hacer De Ushuaia a La Quiaca, viste.


Grabando a León junto a Gerónima Sequeida y Leda Valladares
en las ruinas de la ciudadela de los Quilmes, Tucumán.1984
(Foto de Alejandra Palacios)




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