Las grabaciones en vivo
-La inspiración, las ganas de ponernos a grabar eran constantes -confiesa David Lebón, recordando los primeros tiempos del estudio-. Aparte teníamos todos los equipos nuevos y queríamos aprender a usarlos. Un día nos vinieron a ofrecer la grabación del festival Prima Rock, que se hizo en septiembre del ’81, en las piletas populares de Ezeiza. Entonces subimos todas las máquinas a un camión y armamos como un living, con sillones, lámparas, todo. Me acuerdo que ya estaba empezando a tocar la primera banda y nosotros todavía estábamos enchufando los últimos cables: era un despelote, viste, pero habíamos inventado un camión de exteriores y estábamos grabando Prima Rock.
-O sea que vos también laburaste como técnico.
-Yo grabé, grabé a María José Cantilo, hice un disco con ella. Pero al final lo que sucedió es que yo tenía shows, tenía que laburar como músico y no podía estar acá todo el tiempo.
-Prima Rock, entonces, ¿fue la primera grabación que hicieron en vivo?
-No. Antes hubo un show de la Tana Rinaldi. Gustavo grababa toda la previa, todo, para escuchar lo que se hablaba. Era como un tic. Grababa toda la previa, antes de la posta. Entonces estaba...después se lo mostramos a la Tana, estaba el guitarrista que era un señor de traje que se peinaba con la raya acá, viste, esos que se peinan así. Y estábamos hablando del estudio, de que estaba en la zona oeste, un lugar arbolado, prácticamente el campo. Y el guitarrista dice: “¡Qué linda la provincia! ¡Tengo tan lindos recuerdos!”, y vos pensabas que iba a hablar de la provincia como de las flores, los pajaritos, cosas así. Pero no, su recuerdo era “y había una chica que tenía una ganas de que le hagan el orto”, y empezó a decir unas cosas... La Tana se moría de risa cuando se lo mostramos. Así que bueno, también grabábamos conversaciones y zapadas, muchas cosas que hemos hecho acá.
-Sí -interviene Gauvry- hay una versión tuya cantando La vereda del sol en inglés, cantando Yendo de la cama al living, en inglés.
-Yo me acuerdo de dos videos que grabamos acá -agrega David- con una idea de él y mía. Para canal 9.
-¿Vos tenés copia de esos videos? -le pregunta Gustavo.
-¡No, no tengo nada! Me dijeron que hay que tocarla a la hermana de Charly, que parece que tiene todas esas cosas. ¿Te acordás de ese corazón de yeso que pintamos, cuando se caía y se rompía en cámara lenta? -le dice a Gus, y después me mira a mí-: Era el único que teníamos, si salía mal no podíamos grabar más, viste.
-¿Estaban grabando el video de un tema?
-De uno de los temas de “El tiempo es veloz”.
-Era un video clip.
-Los video clip, sí.
-Y en ese momento no existían los video clip, no existía MTV, no existía nada -añade Gustavo.
-Claro -dice David- él fue como el director. Vino la gente de canal 9 y él dirigió todo. Era para un programa. A nosotros se nos ocurrió que, en vez de ir al programa y tocar, podíamos hacer un video. Hicimos dos temas: Suavidad y Oh, Dios qué puedo hacer.
Golpean la puerta. Gustavo se disculpa y sale.
-Al principio fue todo bastante caótico. Por ejemplo, no sé si te habrá contado Gus, pero cuando se construyó este estudio, la sala de control estaba mal hecha, no tenía los metros suficientes para la acústica, qué sé yo, todo el tiempo había dificultades. Pero al final se armó una cosa muy bonita. Terminó siendo un sueño que se transformó en realidad. Yo... no sé cómo decirlo: cuando tengo problemas o situaciones en las que todavía tengo que pagar derecho de piso, miro para atrás y digo “ah, no, está todo bien”.
-¿Todavía tenés que pagar derecho de piso?
-Sí, acá, siempre. Yo creo que hasta cuando llegue a Chacarita van a decir “a ver, mostrame el número de ticket, a ver si tenemos un lugarcito para vos”. Sí, siempre, pero ya no me quejo. Si me quedo a vivir acá, no me tengo que quejar más, viste, tengo que seguir haciendo cosas. Pero miro para atrás y me acuesto tranquilo, porque es increíble: haber hecho esto y tantas otras cosas más.
Gustavo entra con una bandeja y tazas de café para todos. En el estudio están también Viviana, la mánager de David, y un amigo de ambos.
-El otro día estuve con Jota -le dice David a Gus-. Y bueno, se acordaba lo de la moto, cuando se cayó. Y no podía creer que el Mono Fontana se hubiera quedado acá. “El Mono Fontana no se queda en ningún lado”, dijo. Acá grabamos un disco que nunca salió -me explica a mí-. Se llamaba “Mágico”, un disco es-pec-ta-cu-lar.
-¿Y por qué nunca salió?
-Nada... me agarró un ataque de esos que me agarran a veces a mí y me fui. En la mitad del disco me fui a Miami, largué todo, era una época medio así. Yo soy muy así: hoy estoy y mañana no estoy más. Una cosa así. Pero la selección... Guillermo Vadalá, el Mono Fontana, Jota Morelli, Alexis Bautista, que es el que hace coros ahora con Diego Torres, un morochito que tocaba el saxo muy bien... Se grabó un disco increíble -hace una pequeña pausa y luego agrega-: Estoy orgulloso y sé que por más que no haya... como yo digo: las estatuas están para que las caguen las palomas. Pero aunque no haya estatuas ni nada, sé, adentro mío, en mi secreto profundo, que estuve acá, colgado, y siempre supe que esto, algún día, iba a ser una cosa importante. Y lo fue, lo fue, lo fue. Así que... estoy feliz.
La nueva sala de grabación. 1983
(Foto Andrea Saslavsky)
Recién cuando bajamos del auto reparé en cómo iba vestido. Tenía puestos unos jeans y una de sus típicas remeras de cuello redondo con el anuncio de algún festival de rock instalado en la pechera. Lo de siempre, pero para el calor que hacía, parecía vestido de invierno. Desde el estacionamiento ralo caminamos hacia la costa. Había varias hamburgueserías con amplias terrazas que festoneaban el río. Pasamos delante de un catalejo electrónico. Gus se palpó los bolsillos, puso la moneda y observó. Enseguida se irguió y me dejó el lugar frente a la lente.
-A lo lejos -enumeré- veo una lengua de tierra adentrándose en el río, un velero, un par de garzas y un pescador.
Gus opinó que con su largavista se veía mejor.
Buscamos una mesa libre en el deck más cercano al aparato. Un hombre peludo, rollizo y en cueros, se pasaba protector solar por la cara. Lo acompañaba una chica muy joven que, sin pensarlo dos veces, se quitó la remera dejando ver un bikini estampado.
Nos sentamos. Pedimos hamburguesas y ensalada. Empecé a grabar.
-Otro aspecto en que el estudio fue pionero son las grabaciones en vivo. En el año ’81, muy poco tiempo después de que arrancáramos como estudio, Amílcar Gilabert nos propuso grabar en vivo un show de Susana Rinaldi en Michelangelo para después mezclarlo y sacar un disco. Hasta ese momento, en Argentina había muy pocos antecedentes de grabaciones en vivo y por lo general se trataba de grabaciones muy precarias, con equipos de pocos canales, instalados provisoriamente en algún lado. Nosotros armamos el equipo de tal modo que pudiéramos instalarlo rápidamente en cualquier parte (en una camioneta, en un camión, en un camarín) y que, de un modo sencillo y confiable, pudiéramos grabar en muchos canales todo lo que nos llegaba desde el escenario. El hecho de que todo estuviera separado (la voz, la percusión, la guitarra, todos los instrumentos) en distintas pistas, nos daba la posibilidad, una vez en el estudio, de remezclarlo como si uno estuviera ahí, en el lugar del show, o también, de ser necesario, la de corregir algunos de esos instrumentos -Gustavo se detiene y con los ojos entrecerrados por el resplandor, busca al mozo-. Me estoy insolando -dice-. Quisiera saber si se puede poner una sombrilla.
Uno de los mozos vio finalmente nuestra agitación de manos. Desplegó la sombrilla. La mesa estaba llena de servilletas de papel arrugadas. El mozo preguntó si queríamos café. Dijimos que sí.
-Inmediatamente después de esa grabación de Susana Rinaldi -prosiguió Gus- nos llamaron para registrar un festival que hubo en Ezeiza, que se llamó Prima Rock y del cual se hizo una película. Ahí tocaron Spinetta Jade, Miguel Cantilo y Punch, Nito Mestre, María Rosa Yorio, Dulces 16, Virus, Litto Nebbia, y otros. En marzo del ’82 se produjo la vuelta de Mercedes Sosa que había estado fuera del país durante los años de la dictadura, como exiliada política. Los militares habían perdido poder y tuvieron que aflojar su puño de hierro. Así que la vuelta de la Negra se transformó en todo un símbolo. Hizo catorce shows en el Opera. Hubo varios invitados: León Gieco, Charly García, Piero, Antonio Tarragó Ros, Víctor Heredia, y distintos folkloristas. Nosotros grabamos en vivo cinco de esos shows, con el equipo instalado en un camarín del teatro. Esas grabaciones dieron como resultado el disco Mercedes Sosa en Argentina, un clásico de la música nacional que figura entre los más vendidos de la historia de la música en este país, y que después fue editado en Alemania, en Israel, en Francia. Me acuerdo que durante los días del show hubo una custodia impresionante. Yo, de hecho, estaba grabando y tenía cinco policías detrás mío que no sé qué hacían ahí. Todo el tiempo les tenía que pedir que se callaran porque contaban sus hazañas de los años de plomo y yo no me podía concentrar en el trabajo.
”Ese disco fue muy lindo hacerlo y constituye uno de los hitos de la carrera de Mercedes Sosa, ella estaba en su plenitud en ese momento.
”Una semana después de las presentaciones de la Negra, Serú Girán anuncia su despedida con un show en Obras. Se me ocurrió que, siendo el último show de Serú, no podíamos dejar de grabarlo. Cuando le propuse la idea a Daniel Grinbank, se puso blanco. “Cómo no se me ocurrió”, dijo. Inmediatamente nos pusimos en marcha, quedaban muy pocos días para organizar la grabación.
”De ese show salió el disco No llores por mí, Argentina, que también fue uno de los más vendidos ese año, aunque para mi gusto se retocó demasiado en estudio, al punto de que lo único que quedó de la grabación original es la batería y el público.
”Ése es un riesgo que muchas veces se corre ante la posibilidad de retocar las grabaciones; como todo está separado uno dice bueno, cambiemos esa guitarra, cambiemos esta voz, cambiemos el teclado. Al final se termina desvirtuando el sonido, empiezan a incorporarse registros que tienen otra calidad, otra limpieza, muy diferentes de lo que es el original del vivo, con lo cual ya no pega con lo que está grabado. Entonces al final se termina reemplazando todo, que fue lo que sucedió ahí. De todas maneras el disco fue un éxito impresionante y generó toda una moda de grabaciones en vivo. Se dio una seguidilla de discos en esos años. Con Facundo Cabral, por ejemplo, llegamos a grabar tres discos en vivo en un año: Cabralgando, Pateando tachos y FerroCabral, grabados en distintos escenarios. Después grabamos la vuelta de Pedro y Pablo. Pedro y Pablo en Argentina. Casi todos los discos se llamaban “en Argentina” porque además, en ese momento acababa de ocurrir la Guerra de Malvinas y se produjo el regreso de un montón de músicos que habían estado exiliados. Así que todos volvían aprovechando el boom de la música nacional dado que estaba prohibida la difusión de música extranjera en las radios. Y bueno, grabar en vivo era una manera de remozar viejos éxitos y hacer discos todos de hits. Aparte se generaba algo realmente muy emocionante cuando se juntaba todo ese público con sus artistas, que hacía años que no estaban. Veníamos de años de censura, de estado de sitio, la gente tenía una gran necesidad de juntarse. Los recitales se habían transformado en una especie de ritual de la democracia y de la libertad, y la música nacional, sobre todo la de aquellos artistas que habían estado alejados de la difusión o políticamente prohibidos, constituía el marco ideal. Entonces salieron muchísimos discos en vivo: de Piero, de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, del Cuarteto Zupay, de Víctor Heredia, de León Gieco, de Mercedes Sosa y Milton Nascimento en el estadio Vélez; festivales como el Rosariazo (con todos los músicos de Rosario: Lito Nebbia, Baglietto, Silvina Garré, Fito Páez), como el de La Falda; grupos como el chileno Los Jaivas, la lista es enorme.
”Otra novedad que se introdujo en ese momento -sigue Gustavo luego de vaciar su segunda taza de café- fue la de grabar en vivo para la televisión, algo que siempre había sido un problema. Así que fuimos los primeros también en hacer eso: sincronizar la banda de sonido con la imagen de video. La primera grabación que se hizo para la televisión abierta, fue un recital de Soda Stereo en Obras, al aire libre, que se pasó por ATC, para la cual sincronizamos una grabación análoga en dieciséis canales con el video de ATC, lo cual fue toda una hazaña porque había que romper con la incredulidad y la visión de los empleados estatales. Después de eso hicimos también videos en vivo para la televisión, de Charly García y de muchos otros.
-You should not be doing this! Stop recording right now! -me grita el gringo, visiblemente furioso.
Estamos en el estadio de River donde la Rock & Pop organizó un festival para celebrar sus primeros diez años. Arriba del escenario INXS lleva tocando un par de temas.
Al rato vuelve con Daniel Grinbank, el productor del espectáculo.
-¡Sos un boludo! -ahora me puteaban en castellano-. ¿No te dije que no había que grabar a este grupo? ¡Solamente tenías que hacer la mezcla para la radio!
Grinbank toma del brazo al mánager de los australianos y se aleja.
Cinco minutos más tarde, regresa:
-¿No te enojaste, no? -me pregunta, y después precisa, a modo de excusa-: Tuve que putearte porque éste es un hinchahuevos. Seguí grabando nomás -me da una palmada en la espalda y camina hacia la puerta del tráiler. Al llegar, como si se hubiera olvidado de algo, se da vuelta, chasquea la lengua, y dice-: Ah... y acordate también de hacerme una copia.
Mercedes Sosa junto a Gustavo Gauvry, luego de la grabación en vivo de "En Argentina"
(Foto Andy Cherniavsky)
No hay comentarios:
Publicar un comentario