Gira mágica y misteriosa
¿Qué tienen en común el Indio Solari y León Gieco?
A uno no lo podía encontrar de la misma manera que no se puede encontrar a un monje o a un sabio: si entrás en la frecuencia por ahí tenés la suerte de encontrar al eremita. El eremita te dirá que él nunca estuvo escondido, que vos dormías en otro circuito y ahora que te perdiste, lo encontraste.
El otro también resultó de difícil acceso pero no porque fuera hermético sino porque estaba siempre de gira. Nadie sabe cuál es el horizonte final del trovador, del peregrino. Como decía Walt Whitman: “Cantará su canción y se irá”.
Lo que tienen en común es que estoy a equidistancia de ambos: y eso es el mundo. Ni muy abajo, ni demasiado lejos. A lo mejor esto es otra forma de decir mainstream. León Gieco manifiesta: “Todo está cargado en la memoria”. Para el Indio Solari una de las funciones de la memoria es el olvido.
Una tarde, finalmente, León regresó.
Le pregunté por la gira De Ushuaia a La Quiaca, uno de los grandes proyectos emprendidos con Gauvry y Del Cielito.
-Cada vez que nos encontramos con la gente que estuvo en la gira, cuando nos vamos a saludar, lo primero que recordamos es que estuvimos en De Ushuaia a La Quiaca, y después nos saludamos. Es como que quedamos un poquito tildados con esa cuestión. Quedamos marcados porque se armó como un clan, y fue tan fuerte, tan fuerte lo que resultó a nivel auditivo, tanto por la holofonía como por haber grabado en el Cielito, como en otros sentidos: desde habernos reventado la cabeza un par de veces en el interior hasta haber tenido la posibilidad de grabar con tipos que son planetarios, viste. Un tipo como el Cuchi Leguizamón, un tipo como Sixto Palavecino, una mujer como Gerónima Sequeida, todos ellos son parte de la tierra, seres planetarios.
”Me acuerdo, por ejemplo, el día que fuimos a la casa de Elpidio Herrera, que nos esperaba con un asado, en Atamisqui. Elpidio Herrera inventó el último instrumento creado en la Argentina: se llama sachaguitarra y produce simultáneamente un sonido de mandolina y de violín. Fuimos a esa casa y en un momento Sixto viene y me dice: “Venga, León, vamos a caminar un poquito por Atamisqui”. Cuando empezamos a caminar por Atamisqui, que no es nada, no sé, diez casas y un suelo arenoso, estaba bajando el sol y Sixto me empieza a hablar en quichua. A medida que nos alejábamos, el ruido de los preparativos del asado y la grabación se iba haciendo cada vez más tenue, viste. Sixto seguía hablándome en quichua mientras caminábamos por Atamisqui. Siempre me habló en quichua.
Grabación en Atamisqui, Santiago del Estero. 1984
(Foto de Alejandra Palacios)
-¿Y vos qué hacías? -le pregunté a León, imaginándome ese diálogo de silencios, teñido por las antiguas palabras de la tierra.
-Yo nada, yo lo escuchaba nada más. Él sabía que yo no entendía lo que me estaba diciendo. A mí no me importaba no entender. Él sabía también eso. Y fue como un satsang, viste, como si me hablara un sabio hindú. Yo escuchaba y por más que no entendía, entendía todo.
-Recibías su energía.
-Recibís algo que está más allá del entendimiento, de la comprensión, de todas esas cosas.
-Que está más allá del intelecto.
-Exactamente. Te digo más: todos los personajes que fuimos encontrando durante la gira tenían una relación muy fuerte con el planeta.
-Y durante un tiempo, ustedes fueron parte de esta conciencia “planetaria”.
-Fuimos parte de eso y quedamos realmente marcados. Con todos los años que pasaron yo todavía lo encuentro a él -señala a Gustavo, que me acompaña durante la entrevista- o me encuentro con Dani García, que estaba a cargo de la filmación, y con decir una sola palabra de lo que pasó en la gira De Ushuaia a La Quiaca, ya está todo dicho. No hace falta explicar nada. Quedamos tildados con eso.
Dany Garcia Moreno, Hector Starc y camarógrafos,
junto al Estudio Móvil de grabación, en Curuzú Cuatiá, Corrientes. 1985
(Foto Gustavo Gauvry)
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