martes, 8 de septiembre de 2015

38.El sonido del Cielito

   El sonido del Cielito


-Un estudio de grabación es, básicamente, una consola y un grabador. Después hay otros aparatos que se llaman “periféricos”. Son equipos que se utilizan para modificar la señal de audio: para expandirla, para comprimirla, o también para eliminar ruidos o para generar efectos, por ejemplo, de cámara, de reverberancia, de eco.
     -Y para hacer la mezcla, pienso, estos aparatos periféricos deben ser fundamentales.
     -Claro, exactamente  -se entusiasma Gus-. Lo que hacés cuando mezclás es utilizar las grabaciones que hiciste “peladas”, es decir sin efectos, sin ambiente, y situarlas en algún lugar.
     -Creás un clima.
     -Exacto. Creás un clima.
     -Una de esas máquinas periféricas que ustedes tuvieron en Del Cielito fue el mismo jardín.
     Gus se ríe.
     -La acústica del lugar puede intervenir en la grabación pero depende de la atmósfera que vos quieras crearle a la mezcla porque si vos querés grabar, supongamos, un tema tipo himno y querés que suene grandioso, esa grandiosidad que le vas a dar tiene que ser artificial porque vos en realidad lo grabaste en un cuartucho de tres por tres lleno de lana de vidrio, ¿entendés?
     -¿Y para qué tipo de canciones pensás que el estudio Del Cielito generaba, en la época de la que venimos hablando, el clima adecuado? ¿Canciones de tipo bucólico, canciones hippies, canciones de fogón?  -soy consciente de que estoy jugando con mi ignorancia y hago caras y gestos con las manos a medida que enumero. Gus se da cuenta pero igual me contesta con seriedad.
     -Y... no sé, cuando grabábamos en la cabaña sonaba muy íntimo, muy cercano todo. Sonaba como lo que era: como una casa, como un lugar cálido. Igual, esto creo que ya lo hablamos, el clima no es sólo el sonido: el clima también está en cómo el músico se siente mientras está tocando, en las cosas que se le ocurren cuando está tocando... entonces puede hasta componer una canción en el estudio, o puede hacer una letra en el estudio, o seguir trabajando sobre una idea que tuvo antes. Y todo eso lo genera el lugar.

Dice Juanse:
     -Cada estudio tiene su sonido. Y ese sonido conserva su historia original, la frecuencia energética del lugar. Eso es lo que permite que el artista se condicione para hacer algo bueno. Yo, cuando voy a grabar al Cielito sé que va a pasar algo bueno con eso que vamos a hacer. Fijate que en los discos que más perduran en el tiempo por sonido, por temática, por concepto, siempre está él en el medio: Gustavo es incuestionable. Yo me considero un afortunado del destino por haberme encontrado con él. No sé qué hubiese ocurrido de haberme encontrado con otro tipo: por ahí podríamos haberle gustado a otro, pero seguramente no hubiéramos alcanzado esa plenitud. Porque Gustavo te arma un territorio, ¿te das cuenta? Él construye un lugar donde vos sabés que las sorpresas que vas a recibir son gratas. Porque a veces, el problema de la producción es que el productor puede arengar hacia una dirección donde después de mucho trabajo el resultado final no es el que se insinuó. Hay un momento en el proceso de la grabación, en la mitad del proceso de la grabación, en el que todo suena increíblemente bien. Y justamente, eso es lo difícil de conservar hasta el final. Porque ese momento en que suena increíblemente bien todo, hay que destruirlo por un instante. Y es un instante largo porque viene otro proceso: el de los over dubs, el del manejo de elementos de arreglos, de melodías, de lo que fuere.
     -Y en esta etapa del proceso, digamos, no intervienen los músicos en forma directa. A esas sorpresas te referís: a que después te encontrás con cosas que no eran lo que vos querías, lo que vos esperabas.


     -Claro. Después vos querés reencontrarte con eso que ocurrió y no podés. Pero con Gustavo Gauvry sabés que va a sonar mejor al final que en ese gran momento del que te hablé.




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