miércoles, 2 de septiembre de 2015

32.Los Redonditos de Ricota

Los Redonditos de Ricota


-¿Cómo ingresan al estudio Los Redondos?  -le pregunto a Gustavo una cálida tarde de principios de noviembre. Deja las entradas para el show del Indio sobre la mesa.
     -Yo tengo que ir más temprano para probar el sonido  -dice-. Pero a lo mejor podés arreglar con García. Mis hijos van a ir con él.
     Hace una pausa y me pide permiso para cortar un budín que dejé sobre la mesa. Sirvo el té.
     -Los Redondos grabaron su tercer disco, Un baión para el ojo idiota con Roberto Fernández, un técnico que, a su vez, había estado en Del Cielito grabando con GIT. Roberto estuvo como un mes y medio internado en el estudio con GIT y le había gustado mucho la experiencia de grabar ahí. Entonces un día me llama y me dice que quiere traer a Los Redondos, que estaban por grabar su cuarto disco, nuevamente con él. Vinieron un día de diciembre, creo que del año ’89. Él me presentó a Poli, a Skay y al Indio. El lugar les gustó. Quedamos en que grabarían en febrero y dejaron una seña. Bueno, terminó el año, pasó todo enero, y en un momento me llama Poli para preguntarme si tenía alguna noticia de Roberto porque ella estaba necesitando que fuera a los ensayos pero no lo podía ubicar. Yo le dije que no, que no lo había visto más. Tres días antes de la fecha que habían fijado para empezar a grabar, me vuelve a llamar Poli para decirme que Roberto todavía no había aparecido y que no tenían técnico. Me preguntó si a mí me gustaría grabar el disco. Yo le dije que sí. Los Redondos me interesaban. Si bien nunca los había escuchado muy a fondo, ni los había visto en vivo, era un grupo que se veía que iba a lograr algo importante. Aparte me habían caído muy bien ese día que estuve con ellos.
     -¿Por qué? 
     -Porque sentí que teníamos muchas cosas en común. Supongo que fue una cuestión de edad y vivencias. O sea: eran tres viejos hippies, como muchos de mis amigos.
     -¿Viejos? En esa época eran todos jóvenes  -replico-. ¿Qué tendrían? ¿Cerca de cuarenta?
     -Bueno, pero no eran como Los Ratones, por ejemplo, que tenían veinticinco. Eran tipos más grandes y habían vivido muchas de las cosas que había vivido yo o amigos míos.
     -O sea que hubo como una empatía generacional.
     -Claro. Generacional, intelectual, qué sé yo. Hubo onda. Entonces bueno, dije que sí, que con todo gusto. Vinieron al estudio y grabamos el disco Bang, Bang, estás liquidado.
     -Mirá lo que es esto: Dejo de beber tu licor/ que huele a tormenta  -leo de un cancionero de los Redondos que mi hermano, seguidor de la banda, me trajo cuando supo que entrevistaría al Indio.
     -Bueno, ahí nos hicimos muy amigos. Estuvimos todo un mes laburando juntos y pudieron conocer a fondo lo que era el estudio y lo que era el sello Del Cielito Records. Entonces, un buen día, Poli me propone  publicarles el disco por el sello. Los discos anteriores los habían sacado por el sello de Lito Vitale y estaban como medio desorganizados porque los dos primeros habían quedado en una distribuidora con la cual ella no tenía contacto y no le liquidaba regalías de venta. Y el último disco lo tenían con DBN. Así que estaba todo medio desorganizado. Por otra parte, Poli no quería encarar la empresa de armar un sello, entonces les dije que sí, que cómo no, que yo podía publicarlos, ocuparme de la fabricación, de las liquidaciones, de Sadaic, de todo eso, con la estructura mía, y me llevaba un porcentaje. Pero ellos seguían siendo los dueños de los masters y me los daban a mí bajo licencia para que yo fabricara los discos y se los entregara a DBN, que luego se ocuparía de venderlos. Ése era el trato. Y ese trato duró como nueve o diez años.
     -El montaje final es muy curioso/ es en verdad realmente entretenido  -leo-. Hay una anécdota respecto de la mezcla de Bang, Bang
     -Bang, Bang tiene un sonido distinto a los otros discos de Los Redondos porque...
     -¿A los anteriores o a todos en general? 
     -A todos en general, pero posiblemente más a los anteriores. En ese momento, por las características de los temas y por la onda que me transmitían, me parecieron algo así como “tipos duros”. Quizás por eso de no querer transar con la prensa ni con nadie, o por la manera de hablar del Indio, o por las violas de Skay. Si bien no sonaban como un grupo de rock pesado, tampoco sonaban como uno livianito. Entonces yo traté de que eso se reflejara en el sonido y el disco quedó bastante áspero, hard, duro. Durante la grabación no se dieron cuenta de esto. Estaban más bien concentrados en los aspectos musicales que en el sonido. Cuando llegó la hora de la mezcla, bueno, yo lo mezclé en ese estilo y el disco quedó así. Y ellos medio que no se sintieron muy cómodos con ese sonido. De hecho vino Poli y me dijo: “Mirá, no nos gustó mucho la mezcla, por qué no lo mezclamos de nuevo”. Y la verdad es que a mí mezclarlo de nuevo no me gustaba mucho porque me daba una inseguridad bárbara. O sea, cómo iba a hacer una mezcla distinta cuando para mí sonaba bien. Si me ponía a mezclar de nuevo iba a entrar en una duda perpetua. Qué sé yo: si, por ejemplo, subía el tambor, me iba a empezar a preguntar: ¿qué querrán? ¿más agudos?, ¿más graves?, ¿más cerca?, ¿más lejos?, ¿más cámara?, ¿menos cámara? Era como muy difícil.
     -De alguna manera sentías que ibas a perder tu territorio, tu perspectiva  -acoté.
     -Sí, yo le dije a Poli: “Mirá, si el sonido no les gustó, mejor sería que probaran otra cosa, que lo mezcle otro técnico, entonces seguramente va a salir distinto”. La idea les pareció buena, así que les propuse que lo hicieran con Mariano López, un técnico que grabó mucho con Spinetta, con Fito, que hizo los primeros discos de Soda Stereo, y que en ese momento era como el técnico de moda. Ellos aceptaron. Vino Mariano, se encerró en el estudio dos semanas más y mezcló el disco. A los dos meses o algo así, como el disco lo iba a sacar yo por Del Cielito Records, me llama Poli y me dice: “Bueno, ya está todo arreglado, vamos a sacar el disco”. Arreglamos un par de cosas más y al final agrega: “Ah, y con respecto a la mezcla, poné la que hiciste vos”.
     -Qué sastisfacción, ¿no?
     -Sssí  -duda, ahora, Gustavo-. Sí, qué sé yo. Fue satisfactorio pero no en el sentido de una competencia con Mariano. Para mí fue una tranquilidad sentir que no me había equivocado, que, en definitiva, lo que yo había interpretado de Los Redondos terminaba siendo convincente para ellos. Porque... el Indio sobre todo, es muy difícil de conformar. Yo creo que no debe estar conforme con ninguno de sus discos, si pudiera los volvería a mezclar a todos, inclusive a grabarlos, sobre todo los primeros. Pero bueno, al final aceptó poner esa mezcla y a mí me encantó porque yo también quería ser parte de la historia de ellos y que algo en lo que había participado de principio a fin terminara siendo un peldaño  más en la carrera musical de Los Redondos es, sin duda, muy gratificante. Y se trata de un disco que a través de los años ha mantenido su personalidad. Inclusive mucha gente me ha dicho que, de toda la discografía de ellos, ese disco es el que más les gusta.
     -Al reloj lo del reloj/ y alrededor del reloj/ tu estado de ánimo. (Ya nadie va a escuchar tu remera)  -leo, al azar, del cancionero.
     Gus me pide otra taza de té.


Los Redondos y Gauvry en una pausa durante las 
tomas de Bang! Bang! Estas liquidado. 1989

  -¿A dónde vamos, Indio? ¿De nuevo al Village?
       -Y sí  -contesta Solari.
       -La próxima vez deberíamos instalarnos directamente ahí y nos ahorramos el viaje  -opino.
      La verdad es que se lo ve contento como un chico. En Buenos Aires no puede ni salir a la calle. Acá, en cambio, no para un minuto, se mete en todas partes. Todo le interesa y es como si no quisiera perder un segundo de libertad.
      Hasta ayer, cuando me acompañó a comprar un estuche.
     Nos metemos en un negocio de la 5ta Avenida. El vendedor nos habla en español.
     -¿Están de vacaciones?  -quiere saber.
     -Sí, ahora sí. Pero en realidad somos músicos y vinimos a masterizar nuestro disco  -responde el Indio.
     -¿De qué grupo son?  -nos pregunta, curioso.
     -No somos conocidos, somos una banda independiente  -aclara Solari.
     -¿Pero cómo se llaman?  -insiste el vendedor-. Aunque estoy acá desde hace varios años, yo también soy argentino. Tal vez los conozca.
     -No creo. Estamos en un pequeño sello independiente que es de él  -dice el Indio señalándome- y no tenemos promoción internacional, sólo a nivel local. Nuestra banda se llama Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
     -¡Los Redondos!  -exclama emocionado el vendedor-¡Ya me parecía! Tengo amigos muy fanáticos y todo el ambiente latino de acá los conoce.
     -Mirá qué bien  -responde Solari.

     Y es difícil saber si la noticia lo pone contento o empieza a preocuparse.


Mario Breuer, Indio, Gauvry y Skay, regresando a Bs As 
luego de la mezcla de "Lobo Suelto, Cordero Atado". 1993




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